Esta es una historia sobre la vida de un Monasterio. El paso del tiempo y las acciones sufridas en el lugar han dejado una profunda huella en el edificio y en su entorno. Las llagas del pasado invitan a reflexionar sobre las heridas del tiempo.
Desde la misma formación de la Tierra, fueron tantos los usos de las cuevas que cualquier enumeración se torna incompleta y personal, y aun así, resulta un alfabeto irrenunciable: Cobijo durante la estación del monzón. Escondite para quién es perseguido por sus actividades políticas o religiosas. Calendario de basalto. Cárcel, lugar de tortura. Dominio de los murciélagos. Salones de baile, con enormes estalactitas a modo de lámparas.Unos hoyos cantan suave, pero otros provocan escalofríos. Así, con un temblor en la raíz de la espina dorsal, comienzan estas memorias del inframundo.
En el Jardín de las Hespérides crecía una fruta capaz de otorgar la inmortalidad a quien lograsecomerla. El jardín se encontraba en un lugar incierto frente a las costas de África Occidental,protegido por un dragón de cien cabezas. Por medio de técnicas de biosonificación aplicadas a lasplataneras, principal monocultivo de las Islas Canarias en el presente, descubrimos una fábulasobre la vida eterna en uno de los lugares donde se ubicó este espacio mítico.
En sánscrito, Nayan (नयन) significa "ojo" y evoca una dimensión poética sobre la percepción y la visión. Este término también da título a una canción creada por mi compañero nepalí en 2015, Sandeep, mientras yo, con mi cámara, buscaba activar el vacío en el paisaje chileno, sin cuestionar si tenía derecho a materializar algo ajeno a mi condición de sujeto, perpetuando el privilegio que me sostenía. Diez años después, revisito y denuncio estos actos, explorando cómo el lenguaje, tanto visual como verbal, expone nuestras limitaciones y las estructuras invisibles de poder que nos condicionan.
"Sentirse lejos" es el resultado de un trabajo experimental a tres manos en el que diferentes técnicas digitales y analógicas convergen en un mismo mundo; tres visiones de tres artistas que se superponen para mostrarnos su propio cosmos sonoro y visual. El sentimiento de desarraigo ante una Galicia lejana y ante una infancia a la que no volveremos, pone color y textura a una obra donde prima lo formal, y nuestros respectivos instintos se entrelazan para formar esta pieza que busca ser más una pintura abstracta que una historia con principio y final.
Brigadas activistas organizan una resistencia ecológica contra las plantas destructivas y la maleza descuidada que rodea sus pueblos en Galicia. Las hojas que utilizan para afilar sus motosierras proceden de una fábrica de metal de Suiza. A través de estos dos territorios se desarrolla una narrativa inesperada, moldeada por la migración y el activismo ecológico, y que entrelaza lo personal con lo político.